El Museo Nacional de la Muerte se inauguró en el 2007 bajo el auspicio de la Universidad Autónoma de Aguascalientes con la donación de la colección personal del maestro grabador Octavio Bajonero Gil. En 2014 se amplió el discurso museográfico con la inclusión de la iconografía de la muerte y el arte funerario en el desarrollo histórico de México, y se albergó en comodato parte de la colección personal de Daniel Mercurio López Casillas. La imagen del Museo Nacional de la Muerte rescata la personalidad renovada y festiva de la iconografía de la muerte en México, con un recuerdo de las manifestaciones tradicionales y coloridas de la muerte.

Crédito fotográfico: Archivo Museo Nacional de la Muerte

En esta pieza tridimensional de forma craneal, tallada en cristal de roca y que data del periodo posclásico precolombino, se puede apreciar la destreza y habilidad de los artesanos aztecas; sobre todo, teniendo en cuenta las limitadas herramientas de la época porque no utilizaban instrumentos de metal para esculpir. Es una de las pocas piezas realizadas de esa época con estas características.

Crédito fotográfico: Archivo Museo de la Muerte

San Pascualito Rey

Crédito fotográfico: Archivo Museo de la Muerte

Virgen Buena Muerte

Crédito fotográfico: Archivo Museo de la Muerte

Llamado el arte del buen morir, el término proviene de un opúsculo anónimo de la Edad Media, titulado Ars moriendi, que tuvo gran éxito en Europa. Describe la lucha entre ángeles y demonios en el lecho del moribundo, con cinco tentaciones: la duda, la desesperación, el apego al mundo, la blasfemia contra el sufrimiento y el orgullo. Se usaba como rezo de confesión (ahora, unción de enfermos); buscaba el final arrepentimiento y el abandono de la vida mundana para ir hacia la vida celestial.

Crédito fotográfico: Archivo Museo de la Muerte

En esta pintura del artista Leonel Maciel, se aprecia una cosmovisión mexicana acerca de la muerte, ya que plantea la ironía acerca de este hecho final en la vida del ser humano. La muerte es recibida con sátira y humor; esto se aprecia en la gran sonrisa de la calavera de esta obra. La cromática de la pintura demuestra la verbena popular que se vive en las festividades del día de muertos en México. Así mismo, el título hace alusión a un pasaje de la obra literaria “Pedro Páramo” de Juan Rulfo.

Crédito fotográfico: Archivo Museo de la Muerte