El Arocena es un amplio y moderno museo con obras de arte contemporáneo, europeo y novohispano; cuenta también con piezas de historia regional, es decir, de la Comarca Lagunera, especialmente de una época de bonanza (1919-36). Se ubica en el antiguo edificio del Casino de la Laguna frente a la Plaza de Armas de la ciudad de Torreón, Coahuila. El museo conserva, investiga y difunde el acervo de la Fundación E. Arocena y otras colecciones, a través de exhibiciones, talleres, visitas guiadas, cursos y conferencias. Desde su apertura, en 2006, ha abierto dos interesantes y activas extensiones: la Casa Histórica Arocena, y el edificio anexo (Russek) del Antiguo Banco Chino.

 Crédito fotográfico: Gerardo Suter - Fundación E. Arocena / Museo Arocena

Esta pieza posee la marca del ensayador mayor de la Ciudad de México, Cayetano Buitrón, activo entre 1823-43, años vinculados al auge de la Academia de San Carlos. Tiene la “M” coronada, toponímico del lugar de manufactura, y el águila con las alas desplegadas, prueba del quinto real. Está decorada con cenefa de hojas de acanto y ornamento de espigas de trigo, símbolo eucarístico. El sol forma un cerco de ráfagas con querubines, nubes, vides y espigas, rematada arriba con cruz latina de potencias y vidrios engarzados.

Crédito fotográfico: Jesús Flores Valenciano - Fundación E. Arocena / Museo Arocena

La fórmula iconográfica descrita por el tratadista Francisco Pacheco fue interpretada de diferentes formas por los grandes artistas españoles del siglo XVII. Finalmente, fue Bartolomé Esteban Murillo quien simplificó la imagen, dotándola de una poderosa sencillez que resonó con especial fuerza en los reinos hispánicos. El pintor sintetizó tradiciones de representación de la Tota Pulchra, la Asunción, la Virgen Apocalíptica, y la descrita por Pacheco, en una atmósfera etérea de nubes y rompimientos de gloria, sugiriendo apenas a la mujer vestida de sol del Apocalipsis.

Crédito fotográfico: Jesús Flores Valenciano - Fundación E. Arocena / Museo Arocena

San Miguel Arcángel, vencedor del demonio, y aquí ataviado con coraza romana, es el primero en la jerarquía angélica. Fue una de las devociones más extendidas del mundo hispánico y uno de los temas más reproducidos por los eborarios del archipiélago filipino. Tanto España como Portugal se valieron de artífices locales para impulsar el desarrollo de manufacturas autóctonas destinadas al comercio ultramarino, como es el caso de la talla en marfil y su exportación a los virreinatos americanos y las metrópolis europeas.

Crédito fotográfico: Jesús Flores Valenciano - Fundación E. Arocena / Museo Arocena

Estas obras fueron realizadas como un conjunto llamado pendant (en pareja). La familia retratada vivió en la ciudad de Gante, Países Bajos, entonces parte del Imperio Español. Jean-Baptiste d’Hane fue miembro del Consejo de Flandes, sus vínculos reales se evidencian por medio de la carta que tiene en mano. Su esposa es Marie-Anne Nieulant, nacida en 1625 y casada en 1653. Su hijo lleva sombrero de ala caída, con una banda frontal acolchonada que servía para proteger la cabeza a los infantes que empezaban a caminar.

Crédito fotográfico: Jesús Flores Valenciano - Fundación E. Arocena / Museo Arocena

Estas obras fueron realizadas como un conjunto llamado pendant (en pareja). La familia retratada vivió en la ciudad de Gante, Países Bajos, entonces parte del Imperio Español. Jean-Baptiste d’Hane fue miembro del Consejo de Flandes, sus vínculos reales se evidencian por medio de la carta que tiene en mano. Su esposa es Marie-Anne Nieulant, nacida en 1625 y casada en 1653. Su hijo lleva sombrero de ala caída, con una banda frontal acolchonada que servía para proteger la cabeza a los infantes que empezaban a caminar.

Crédito fotográfico: Jesús Flores Valenciano - Fundación E. Arocena / Museo Arocena

Esta pieza nos muestra a Cristo en los dolorosos momentos de espera ante la muerte inminente. La imagen se corresponde con aquellas de tipo gótico, veneradas en Flandes y los Países Bajos, conocidas como Señor de la Piedra. Esas tallas, tan frecuentes en aquellos lugares al final de la Edad Media, son resultado de una profunda devoción a la Pasión, que proviene, a su vez, del culto por todo lo relacionado con Tierra Santa, tras las Cruzadas. Ese culto es extensivo a las Arma Christi (instrumentos de la Pasión) y a la Santa Cruz en particular.

Crédito fotográfico: Jesús Flores Valenciano - Fundación E. Arocena / Museo Arocena

Los exvotos son pinturas de agradecimiento con la imagen del santo, Virgen o Cristo intercesor, y con el donante como protagonista, además del relato del acontecimiento. Aquí el favor se operó a el 27 de junio de 1796 cuando Manuel Ama de Leucona, vicario del convento de religiosas de Nuestra Señora de la Salud, recurrió al auxilio de la sagrada imagen del mismo nombre. De acuerdo al libro Zodiaco Mariano (1775) fue Vasco de Quiroga, obispo de Michoacán, quien en el siglo XVI encargó dicha escultura, en caña de maíz, para destinarla al hospital de Pátzcuaro.

Crédito fotográfico: Jesús Flores Valenciano - Fundación E. Arocena / Museo Arocena

Hacia 1762, el matrimonio formado por Doña Ana de la Torre y Don Andrés Ramírez encargó este retrato de su hija Juana Ignacia. La joven, como religiosa capuchina, profesó bajo el nombre de Sor María Margarita Marcelina, en el convento de San Felipe de Jesús, en la Ciudad de México. La regla capuchina era especialmente estricta y el hábito que portaban las religiosas así lo reflejaba: estaba elaborado en lana burda de color gris, ceñido con el cordón de tres nudos como símbolo de los votos de castidad, pobreza y obediencia, además de clausura, toga blanca, velo negro y capa gris.

Crédito fotográfico: Jesús Flores Valenciano - Fundación E. Arocena / Museo Arocena